La mirada ética en el uso de datos

Por: Silvia J. Birnenbaum.

Todas las actividades que realizamos los seres humanos a diario generan una innumerable cantidad de datos que pueden almacenarse, organizarse y utilizarse. Estos, resultan en bienes digitales, valiosos en sí mismos, y deben ser manipulados con responsabilidad y honestidad. Su valor se potencia cuando se utilizan como fuente de información para planificar estrategias de gestión, teniendo como propósito diseñar un futuro deseable, que busque mejorar la vida y la salud de las poblaciones. El incalculable cúmulo de datos utilizados estratégicamente, permiten prever los sucesos con la anticipación suficiente para que al momento de la acción no haya incertidumbre sobre lo que resulta apropiado realizar y los recursos necesarios para lograrlo.

La inteligencia de datos, proporciona a los gestores y planificadores de políticas, un capital valioso que les permite ampliar su espectro de actuación, orientar los recursos hacia un objetivo preciso y tomar las mejores decisiones para las comunidades. Sin embargo, el uso responsable de los datos no puede quedar librado a la apreciación personal, y valores individuales de los usuarios. Resulta imprescindible contar con lineamientos éticos claros que guíen las conductas relacionadas con el uso de los datos y sus implicancias.

El marco de actuación, lo otorga la ética de los datos, que constituye la rama de la ética que evalúa las prácticas que pueden afectar negativamente a las personas y la sociedad. Sus principales puntos de preocupación involucran la recopilación de los mismos, la creación de modelos matemáticos, el análisis y envío de datos para uso compartido. Abarca la evaluación de los actos humanos vinculados con su uso, así como valores relacionados con ellos, como la transparencia, la protección de acciones y decisiones impulsadas por la inteligencia artificial en relación con los datos en general y los datos personales, en particular.

A medida que el modelado de los datos se fortalece, se hacen evidente que resulta necesario contar con códigos de ética que regulen la actividad, asegurando que se pueda sostener una estrategia de ética de los datos, estructurada y transparente. Ésta debe basarse en la confianza, la imparcialidad y el respeto por la privacidad de los datos. Si bien existe cierta normativa internacional como el Reglamento General de Protección de Datos (GRPD)[1] y nacionales como la Ley de protección de datos personales[2], que alcanza a los datos sensibles y de salud, no abordan directamente la ética, sino que sostienen los requisitos clave de la privacidad como legalidad y responsabilidad, que, a su vez, se apoyan en los principios de la ética del uso de datos. Por lo tanto, garantizar el tratamiento ético, ayuda a asegurar el respeto por la privacidad de los datos y por las personas.

El uso ético de los datos invita a la reflexión permanente sobre los valores humanos básicos en torno a la verdad, el bien, la libertad responsable y la justicia. Específicamente, cuando se trata de su incorporación en modelos matemáticos, se debe sumar la “explicabilidad”, entendiendo que aquello que haga un algoritmo se debe poder explicar, y si esto no es posible, el desarrollo no debe avanzar. Este último valor se basa en la transparencia y la trazabilidad. Es claro que como en otros ámbitos de la vida humana, la ética se instaló también en el mundo de ceros y unos, y resulta imposible avanzar fuera de este camino.


[1] Regulation (EU) 2016/679 of the European Parliament and of the Council of 27 April 2016 on the protection of natural persons with regard to the processing of personal data and on the free movement of such data, and repealing Directive 95/46/EC (General Data Protection Regulation) https://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/PDF/?uri=CELEX:32016R0679

[2] PROTECCION DE LOS DATOS PERSONALES. Ley 25.326/2000 de 4 de octubre. Boletín Oficial, Nro: 29517 (02-11-2000)